La mayoría de las pacientes acuden a la consulta convencidas de que es la reducción de mama es una intervención incómoda, dolorosa y de lenta recuperación. La realidad es muy diferente.
Si la intervención se realiza de forma correcta y cuidadosa, la recuperación es indolora, rápida y las complicaciones muy pocos frecuentes.
A las 3 horas de salir del quirófano se recomienda a la paciente que se levante de la cama y empiece a sentarse y andar. Levantarse de forma precoz evita dolores de espalda por encamamiento y la aparición de mareos o cuadros de hipotensión. No perjudica a las mamas ni produce dolor.
La mañana siguiente a la cirugía la paciente abandona el hospital manteniendo un vendaje que aporta comodidad y seguridad durante los 3 o 4 primeros días del postoperatorio. Aunque se recomienda paracetamol como analgésico, las pacientes raramente sienten dolor durante el postoperatorio en casa. En esta fase las se puede salir a la calle y dar un paseo.
En la primera revisión en consulta, a los 4 o 5 días de la intervención quirúrgica, se retira el vendaje y se sustituye por el sujetador. En este momento la paciente ya puede ver la forma, posición, tamaño de las mamas y la nueva talla de sujetador que le corresponde. No es necesario retirar suturas, no se usan drenajes, sólo es necesario revisar la herida quirúrgica por seguridad.
A partir de las 2 semanas de la intervención la recuperación es completa.
Las pacientes a veces preguntan por sensación de pinchazo leve o quemazón en la parte lateral de la mama coincidente con la menstruación o en épocas de frío. Estas molestias desaparecen espontáneamente en el plazo de 1 o 2 meses. El pezón puede ser también muy sensible las primeras semanas del postoperatorio, sensibilidad parecida a la del periodo de lactancia.